martes, 14 de octubre de 2014

Curando el cáncer, y III (de momento)


Terminado el congreso europeo, a punto de comenzar el español, leo recomendaciones para nuevos fármacos, ramucirumab, nintedanib, tilmanocept y balugrastim buscan su hueco.

En pleno barullo, comprensible, por el peligroso virus del ébola, las epidemias silentes, como la de cáncer, quedan más apagadas. A pesar de los esfuerzos sociales, no veo un "por aquí, todos juntos, con fuerza, a la de tres" y sí mucho intento personal que se queda en poco o nada.

Sin embargo, cada vez estoy más convencido de que hay tres tipos de médicos. Bueno, cuatro, pero a "Don Fulano", que toca de oído y nunca vio un libro, le excluimos de la clasificación. Son tres.

El primero es el Médico, con mayúsculas. Prudente, sincero, sabio. Ejerce, ayuda, acompaña. Te pone la mano en la tripa como la ponían Hipócrates,  y muchos después -supongo que antes también. Te ausculta como Laenec y muchos después -aquí creo que antes no. Y te sientes atendido y ayudado.

El segundo es el Especialista. Incluyo aquí en un guiño a los especialistas de Atención Primaria. Saben Medicina. Actuales, controlan lo que sale, la evidencia de lo que hay. Están a la última. Comprenderéis que si además son Médicos, de los del apartado anterior, son la bomba. Si no, son los peligrosos "hasalidonuevoytevoyadar"

Pero yo quiero ser del tercero. El que además del primero y el segundo (sin ello es igual de inútil que una nevera en el Polo Norte) se niega a que inventen ellos. Quiere cambiar el presente, la historia natural de la enfermedad. Y se esfuerza en pensar cómo hacer una medicina mejor. Esto quiero que aprendan mis alumnos. Que se abonen al tres.

Suena anecdótico, me presento contra un montón de gente a las ayudas a proyectos del Departamento de Salud. Cuánta voluntad de cambiar la medicina. O al menos de conseguir publicar un "paper". Para lo cual el Departamento dispone de casi (casi vivo es muerto, casi lo consigo es que no lo conseguí) un millón de euros (o sea 974.343, total, por 25.657...)

La paradoja, aunque es cierto, que en subvenciones para cambiar la ventanas de tu casa el         Gobierno Vasco tiene ahora 1.500.000 euros

Al plan de las ventanas no me presento; al otro sí. Y pienso iros contando. Curarlo yo, apostad a que no (ojo, igual os columpiáis). Pero entre todos, no estaría yo tan seguro de que no podamos con la bestia negra. Volveré sobre el tema. Os quiero, humanos.
  


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